5/4/10

La tentación de lo prohibido

Ayer unos ojos perseguían vitrinas adornadas de perfectos pastelitos prohibidos,
una nariz se enamoraba de su dulce olor
y una boca se encaprichaba soñando con tan solo una miguita de aquellos manjares.

Lo cierto es que esos ojos, esa nariz y esa boca estaban a las órdenes de un vientre y de una conciencia que, siempre alerta por motivos de salud y no de estética, hacían que la expresión final de ese rostro fuese nuevamente de decepción, sacrificio y resignación.

Hay días en los que las tentaciones se vuelven un infierno.