En tierras celtas de copiosas lluvias, de fuertes muros de piedra humedecidos por el musgo y envejecidos por los años, de bosques de verdor intenso y frondosidad mitológica... transcurre esta historia que he tenido la suerte de compartir con sus protagonistas.
Cuenta una leyenda de la mitología gallega que un poderoso hechizo convirtió a una bella "fada" en una roca. En una noche de verano, se deshizo el encantamiento y la roca se transformó de nuevo en mujer. Rubia, de tez clara y expresión dulce, estaba lejos de confundirse con las perversas "meigas". Lucía un hermoso vestido de blancor impoluto y delicados bordados que le caían hasta los pies. En la cabeza, una sencilla diadema de perlas que engalanaba su larga y ondulada melena.
Acompañada de su bella doncella, una joven de pelo negro azabache y ojos chispeantes, se apresuró a encontrar a su amado para que la liberase de pasar otro año entero convertida en roca. No soportaba el hecho de que la distancia les pudiese separar por más tiempo. Mas la bella "fada" debía asegurarse de su amor para quedar liberada eternamente. Encontró a su caballero al lado de un tesoro y le propuso que hiciese su elección: el tesoro o ella.
Muy distinto del final de esta leyenda de la Moura, en la otra historia, la real, el astuto caballero escoge a la "fada" porque con ella ya se lleva un tesoro: la belleza y el buen corazón. Una vez juntos y roto el hechizo, deciden proclamar su amor y celebrar una gran fiesta con gente llegada de todos los rincones del mundo.
La berenguela de la torre del reloj de la catedral se iluminó este año para guiar a todos los que hemos "peregrinado" a Santiago de Compostela con la fé de que su final sería feliz.