24/9/13

hola otoño

El verano se fue tan temprano como llegó el otoño. Con él se fueron los destellos del sol en el agua y en la piel y los embarcaderos repletos de sandalias grandes, medianas, pequeñas y sin pies.


La naturaleza cambia y nosotros nos adaptamos al cambio de estación. Es cuestión de actitud.

Las estaciones también son cambios en costumbres, en comidas, en actividades. Llegan unas frutos y se van otros; nacen unas flores y se mueren otras... El otoño me gusta especialmente por la recolección de manzanas, de castañas y moras. Particularmente, las moras me indican, sin duda, el fin del verano y el principio del otoño.


Ir a recoger moras es algo que hacía de pequeña. Solíamos ensuciarnos mucho las manos y la ropa, incluso comer unas cuantas antes de llegar a casa. Al llegar, hacíamos "paparrucha". Mi abuela o mi madre aplastaban las moras en un bol y les añadían azúcar. Nos la comíamos a cucharadas. Venía a ser una especie de mermelada preparada en un pis-pas y comida en un abrir y cerrar de ojos. Me alegra saber que puedo volver a hacer las mismas cosas que hace algún tiempo, eso me asegura que los recuerdos siguen ahí, apilados en la memoria como los libros sin estantería.



Esta vez, de ese cuenco a rebosar de moras que recogimos en el bosque salió este bizcocho, que es todo un clásico en mi cocina y que repito con cualquier fruto del bosque. La receta podéis encontrarla en este post y cambiar los arándanos por las moras. Es exquisito.

Una vez recogidas las moras, el otoño ya está aquí.



16/9/13

mandarin scented muffins para Singulares


Hoy podéis sentaros a desayunar con el blog de Singulares si queréis probar mis muffins con aroma a mandarina. Son dulces y tiernas. Aquí os dejo el link. Bon apétit!

10/9/13

el equilibrio perfecto

Un viaje sin organizar, mucha ilusión, preferencias en países, lugares por conocer y 3.300 kilómetros desde que salimos hasta que plantamos el pie delante del portal de casa.


Llegamos a la zona de Burdeos tarde pero aún con la suficiente luz como para impresionarnos con sus hectáreas de viñedos de St. Emilion Grand Cru. Al comienzo de cada hilera de vid, flores y, al fondo, el château. Las carreteras eran estrechas y era posible perderse entre viñedos o flores al tiempo que resultaba fácil imaginarse allí en la vendimia del mes de octubre.


St. Emilion es un pueblo pequeño pero enteramente dedicado a sus vinos. Las botellas llenan calles, tiendas, casas y restaurantes. Degustamos vinos del año 2003, una gran cosecha por haber sido un verano de mucho calor.



Otro de los pueblos escogidos para este viaje, ya bajo el sol del Empordá geronés, fue Madremanya, una auténtica delicia de descanso, silencio y encanto. También en el medio del campo pero, en vez de rodearnos de viñedos, lo hicimos de amapolas y girasoles semisecos. 


Nos quedamos muy poco tiempo, pero el suficiente para saber que volveríamos.




A continuación, nuestra tercera mejor elección fue un lugar idílico a escasos kilómetros de Montefollonico, en la Toscana italiana. 


Demasiado bonito para ser verdad, digno de una película. Gran dosis de arte, de pasta y también de buenos vinos con un guiño especial a nuestra siempre bella Siena y al Brunello di Montalcino. 



Y para terminar, una vuelta a casa con ganas de cocinar y con nuevas imágenes guardadas en la retina, probablemente dignas de servir de inspiración. Un mes sin cocinar es siempre demasiado.


Voilà una tarta de manzana al Calvados que me tentó desde que vi la receta en el blog de Manger. Y mientras, a poner las botas para la lluvia y a esperar al otoño.



1/9/13

volver

Volver del verano es casi siempre una especie de momento entre agridulce y necesario: me gusta mucho ponerme vestidos pero echo de menos los abrigos; busco el sol pero echo de menos sentir el frío en la cara; necesito viajar pero siempre volver... al fin y al cabo mi espacio son mi casa y mis cosas.


Un mes y medio sin pasarme por aquí ha sido mucho tiempo, quizás más del que hubiera pensado o deseado pero no ha podido ser de otra manera, no al menos este verano. Hemos hecho muchas cosas y hay tantas fotos que prefiero dosificarlas porque merece la pena que cada una tenga su lugar.


Hemos celebrado más que nunca, recorrido algunas regiones de nuestros países favoritos, hemos comido, visitado y dormido en lugares excepcionales y nos hemos topado con gente maravillosa.


Mientras tanto, Léa ha crecido y sus casi 16 meses marcan la diferencia en relación con lo vivido hasta ahora. Lo de ser bebé se ha acabado o como ella muy bien dice: "bye, bye baby".


Nuestros recuerdos de este verano han comenzado una mañana de agosto bajo el leve manto de la niebla sobre el verde de Asturias. Los siguientes, no os los perdáis en los próximos días.