8/9/11

El tunel de la esperanza

Entre la tristeza pasada y el optimismo futuro, la de hoy es una expresión de consternación, de opiniones encerradas en los muros y de sentimientos ocultos. El tumultuoso barullo de la vida en sus calles, lejos de ser frívolo, provoca compasión y alivio por lo que ha sido y ya no es. De todo aquello solo permanece visible un hilo de amargura que recorre algunas fachadas y el resto, imagino, serán debates entre un "no al olvido" y un "la vida continúa". Zdravo Sarajevo.
Bosnia es espiritual y valiente. Es como una vela encendida en una habitación oscura. Es esperanza y humildad.

Las religiones y sus fieles conviven en aparente armonía; su paisaje abrupto enmaraña las carreteras y confunde la orientación; los gestos hablan cuando las palabras fallan; los ríos corren paralelos a la rebelde senda de los desfiladeros; los campos de flores adornan el decorado de las aldeas de camino a Mostar; y el único resquicio costero, usurpado a Croacia, está reservado únicamente a la localidad de Neum, por eso los bosnios son más de montaña que de mar.


Bosnia me ha llegado al alma, pues mi generación creció con las noticias del horror durante aquellos cuatro largos años. Lo recuerdo perfectamente. Y también recuerdo la historia de Zlata Filipovic, aquella niña que intentó emular a Ana Frank para hablarme de miedo y esperanza en su diario, mi libro preferido camino a la adolescencia. Las guerras siempre han sido injustas e innecesarias y han estado lejos de lo que predican todos los discursos políticos "hacia un mundo mejor". El sentido de humanidad se desvirtúa de un plumazo y el derecho o la libertad de elegir ya no existe, hay otros intereses encubiertos. Al final, la guerra es un trueque indignante, insensato, inmoral y, sobre todo, insensible y cruel.

 El final feliz para aquellos que, como Bosnia, han vivido una guerra, solo está en poder ver la esperanza al final del tunel. Fuera espera la luz pero también la libertad.


No me voy sin antes dejaros un trocito de bizcocho para la merienda de mi crónica de hoy.