Anoche he escrito a los Reyes Magos. Más bien ha sido un susurro ilusionado. Iba dirigido a una reina maga especial que me cuida siempre desde algún lugar lejano. Le he pedido ni más ni menos que un piso y creo que el seis de enero me despertaré, me frotaré los ojos y me pellizcaré absorta ante la realidad.