"Las ciudades mezclan los tiempos, extienden la realidad y lo que ha desaparecido vive junto a lo que permanece, a lo que nace, a lo que se impone de manera rotunda con su presencia. Para las gentes que han crecido en ellas, la piel de las ciudades es pegajosa, como una liga de cazar pájaros, y la memoria se adhiere a las piedras y a los cristales, se funde en las paredes y en las perspectivas, hasta formar una materia compacta de verdades invisibles y mentiras que pueden ser captadas por una cámara fotográfica. Son verdades y mentiras a medias, como las personas, que viven a medias entre lo que ha pasado y lo que va a suceder"
("Mañana no será lo que Dios quiera", Luis García Montero)