Silencio, llega el 2010. Esta vez pertenece al tigre, lo que quiere decir que huele a energía, a espíritu de superación y a triunfo... todo lo que ansían las tan alteradas economías mundiales. Hay optimismo.
Silencio, llega el 2010. Apenas el sonido de unas ramas que ruegan quitarse peso de encima. A la de tres, se descuelgan un par de kilos de manto blanco que no rompen contra el suelo, sino que se esparcen espontáneas. Año de nieves, año de bienes.
Hace falta que el cielo sonría azul y brillante y el paisaje ciegue de tanto resplandor que las nubes lloren menos y no azoten terribles ventiscas que copen las pestañas de blanco y entierren vidas en la nada.
2010 es nuestro.