Escombros de desolación, hierros que hieren de agonía y oscuridad que sabe a polvo.
Parezco descorazonada. Hay palabras para describir e imaginar el caos y la tragedia pero no así para sentirlo en la piel y vivirlo en la distancia. No hay ingenio que pueda siquiera aproximarse a sentir tal devastación. Haití es el resultado de la adivinanza.
Pienso en muchos pero en realidad solo pienso en ella, en la pequeña que se agarró a la desesperación por vivir cuando le atrapaba el cuerpo ya sin vida de su madre. Hay muchas maneras horribles de morir pero me pregunto si para muchos, entre los cuáles me incluyo, ésta sería la peor.
Hoy le quiero dedicar la mayor y más merecida admiración a una niña que ha querido rendir sus últimas palabras a su madre y al mundo y a cambio, precisamente junto a ella, la persona más importante de su vida, ha recibido el peor y más amargo de los silencios.