Este fin de semana ha sido divertido y ha estado cargado de planes de última hora que nos han encantado. Aprovechando el buen tiempo y la necesidad de hacer algunas compras, nos acercamos a Amberes.
Es magnífico que las distancias entre las principales ciudades de Bélgica sean tan cortas porque permite coger el coche y plantarse en cualquiera de ellas para comer, pasar la tarde o ir de compras, como fue el caso.
Amberes es una ciudad absolutamente espectacular para las compras. Pertenece a la parte flamenca del país y las costumbres, estilo de vida y lengua están muy vinculadas a la vecina Holanda. En su época fue uno de los puertos comerciales más importantes de Europa y hoy, no ha perdido ni un ápice esa actividad comercial que históricamente la ha caracterizado.
El tumulto de gente en las calles no se hace pesado, todo lo contrario, le da mucha más vida al igual que los puestos de frites, gauffres o croquettes que invaden las callejuelas que llevan a la plaza de la catedral. Hay tiendas, restaurantes y cafés de todo tipo. En la próxima ocasión prometo hacer una incursión en cada uno de los locales con encanto y traeros algunas imágenes para que viajéis con la imaginación u os animéis a venir a disfrutarlos in situ.
Por otro lado, el fin de semana ha estado repleto de invitaciones a cenar con amigos. Una de ellas fue en casa de unos amigos que se casan este año así que, aunque no tuve mucho tiempo ni medios para preparar un detalle, ideé unas palets de manzana y almendra y un packaging rápido. Os traigo solo una foto porque, la falta de tiempo no me permitió dedicarle una sesión fotográfica como me hubiera gustado. Aún así, espero que os guste y otro día os traigo más imágenes y la receta al completo.