Resueltas las dudas, Eslovenia entró por mis ojos desde el principio, colorista y elegante, verde y bien dispuesta, sonriente y pura, en orden y pacífica. En cualquiera de sus facetas nunca miente ni decepciona, ya sea en sus pueblos rurales, en su capital Ljubljana o en los Alpes eslovenos de cuya maravillosa naturaleza hacen honor Bohinj y Bled.
Ljubljana derrocha simpatía con edificios vivos al borde del río y se recorre a través de puentes y paseos floridos, música en la calle y mercados de productos hortofrutícolas, plantas y artesanía autóctona.
Mientras, la región más bella y natural recae, ante la atenta mirada de las peñas rocosas de los Alpes, en los profundos valles de la montaña de Triglav. Huele a hierba recién cortada, el aire no puede ser más puro y el agua de los lagos más cristalina.
Me despido con una taza de chocolate y unos pastelitos de café para afrontar mejor la vuelta hasta desvelar el siguiente país marcado en el mapa de nuestro road trip.
p a s t e l i t o s d e c a f é
- 115 g de mantequilla ablandada
- 115 g de azúcar moreno
- 115 g de harina sin gluten
- 2 huevos grandes
- 2 cucharadas de café recién hecho
- 1 cucharadita de levadura en polvo
Para el glaseado de café:
- 200 g de azúcar glace
- 1 cucharada de café
- agua (la que admita)
1. Precalentar el horno a 180º.
2. Batir la mantequilla y el azúcar moreno hasta que quede una mezcla cremosa.
3. Añadir los huevos uno a uno y sin dejar de remover.
4. Incorporar la harina y la levadura poco a poco.
5. Distribuir la masa en moldes de muffins y hornear durante 15-20 minutos.
6. Retirar y desmoldar.
7. Poner el azúcar en un bol, añadir la cucharada de café y una o dos cucharadas de agua poco a poco removiendo hasta conseguir un glaseado espeso.
8. Verter cuidadosamente el glaseado sobre los pastelitos y decorar con virutas de chocolate negro por encima.