Y a veces una necesita chocolate, también para recordar que "la vida es bella" y que los pequeños placeres no solo no hay que perderlos sino que también hay que cuidarlos.
Hablar del tiempo ya no tiene sentido melancólico para mí porque sigue comportándose aburrido y triste. Tiene más sentido hablar de recetas como ésta en las que el chocolate está omnipresente. Invierno y chocolate están íntimamente ligados porque el magnesio es muy necesario en esta época del año...y os puedo asegurar que ésta es una buena dosis de él.
Por otra parte, Léa crece tan rápido que aún me parece imposible que los meses pasados se me hagan tan lejanos en la memoria. Pronto comenzará a comer nuestras comidas a su ritmo, por ello me voy preparando para elaborar recetas que le resulten apetitosas y, a juzgar por sus reacciones, lo que tengo claro es que el chocolate estará presente en muchas de ellas.
p e t i t s p o t s d e c r è m e a u c h o c o l a t
(para 6 petits pots)
- 250 g de crème fraîche
- 250 ml de leche
- 4 yemas de huevo
- 100 g de azúcar moreno
- 250 g de chocolate negro (60-80% cacao)
- 1 cucharada de esencia de vainilla
- polvo de pistachos para decorar
- mascarpone para servir
1. En un cazo, calentar la crème fraîche junto a la leche y la esencia de vainilla.
2. Mientras, batir las yemas de huevo y el azúcar hasta punto de pomada.
3. Añadir esta última mezcla al cazo, que dejaremos en el punto de ebullición sin que llegue a cocer. No dejar de mezclar hasta que esté bien incorporada. Dejar unos minutos más hasta que espese.
4. Retirar del fuego y añadir el chocolate en trocitos. Remover hasta que la mezcla sea homogénea y el chocolate quede bien repartido obteniendo una crema brillante y untuosa.
5. Dejar enfriar y solidificar un par de horas, también se puede meter en el frigorífico una vez frío para que se conserve mejor.
6. Servir con una nuez de mascarpone y polvo de pistachos por encima.