Comienzan las despedidas, las ganas de agradecer y los horneados express para regalar 365 sonrisas. Los cambios siempre tienen su parte buena y su parte mala. La buena: la ilusión ante lo que está por llegar. La mala: las despedidas, la manera más nostálgica de entristecer.
En los últimos meses me refugio más que nunca en la cocina para sentirme útil y endulzar la vida de los demás y la mía propia. Mis viajes, mis recetas y lo que siento, llenan muchas páginas de mis cuadernos, esos que guardo como pequeños tesoros, y de este blog, mi mejor manera de compartir con vosotros lo que soy.
Siguiendo la sintonía del otoño que tanto me gusta e inspira, en esta ocasión elijo la calabaza por la originalidad de su hoja y el color de su piel.
La calabaza y la zanahoria son muy similares por eso para esta receta se puede utilizar una u otra indistintamente. Son esponjosos gracias al aceite de oliva y lo cremoso del puré de calabaza.
El toquecito de azúcar glas en la superficie los hace mucho más suntuosos así que me he alegrado de encontrar una caja y unos lazos para que no quedasen deslucidos.
e s p o n j o s o s d e c a l a b a z a
- 300 g de calabaza pelada
- 250 g de azúcar de caña
- 250 g de maizena
- 1 cucharadita de levadura en polvo
- 1 cucharadita de canela en polvo
- 4 huevos
- 1 vaso de aceite
- azúcar glas para espolvorear
1. Precalentar el horno a 180ºC
2. Trocear la calabaza y cocerla un poco hasta que pueda aplastarse con un tenedor para hacerla puré.
3. Separar las yemas de las claras y reservar.
4. Batir yemas y azúcar y una vez que están bien mezcladas ir añadiendo el puré de calabaza. Mezclar bien y por último ir añadiendo poco a poco el vaso de aceite sin dejar de batir.
5. Añadir la levadura y la canela a la harina y todo junto a la masa líquida que acabamos de obtener.
6. Montar las claras a punto de nieve e ir incorporando a la masa final poco a poco y con movimientos envolventes.
7. Engrasar pequeños moldes y hornear durante 15 minutos a 180ºC.
8. Dejar enfriar y espolvorear al gusto con azúcar glas.