17/7/11

Los domingos me gustan, no me gustan, me gustan, no me gustan... me gustan

Olemos las vacaciones pero parece que aún no llegan. La lluvia nos visita demasiado últimamente y el frío parece que se adueña de una ciudad de bruxellois huidizos.

Esta tarde de antidomingo estival que nos engañaba poniéndonos buena cara y quitándonosla cada vez que nos dábamos la vuelta, ha sido de cocina tranquila de disfrute personal.


Mi odio a los domingos es público y conocido pero a veces ni yo misma me lo creo. Me cuesta darle la razón a la pasividad del domingo y reconocer que es cuando hago cosas que verdaderamente me gustan con tiempo y sin prisas. Los días de la semana son demasiado frenéticos, encontrar un minuto libre me aburre y me desgasta más que el hecho de no parar. Parar es apagar mi luz y mi sonrisa, lo cuál me disgusta a mí y a los demás.

Pues a veces los domingos no son tan malos, no. Tienen resultados como éste y compensan, claro que compensan. Son creativos y muy de mayo del 68 francés con su "imagination au pouvoir". Ahora que lo pienso, de los domingos también han salido cosas buenas. Y resulta que al fin y al cabo... me gustan los domingos

m a z a p a n e s   c r u j i e n t e s   d e   a l m e n d r a   y   f r u t o s   d e l   b o s q u e

- 125 g de mantequilla reblandecida
- 50 g de azúcar fino de caña
- 125 g de harina sin gluten
- pasta de almendras (mezcla de 25 g de mantequilla derretida y 50 g de almendra molida y 10 g de azúcar fina mezclada con una cucharadita de canela)
- mermelada de frutos del bosque
- azúcar glace para espolvorear
- grosellas para decorar

1. Precalentar el horno a 190 g y engrasar una bandeja de moldes para magdalenas.
2. Mezclar la mantequilla, el azúcar y la pasta de almendras hasta blanquear.
3. Incorporar la harina tamizada poco a poco sin dejar de mezclar.
4. Introducir la masa en una manga pastelera y rellenar los moldes dejando un orificio en el medio.
5. Hornear durante 20 minutos hasta que se dore su superficie. Dejar que se enfríen sobre una rejilla.
6. Una vez fríos, espolvorear con azúcar glace, cubrir el hueco central de cada pastelito con mermelada de frutos del bosque y rematar decorando con las grosellas.