10/9/09

Como si Reverte hubiera hurgado en mis adentros


"Viajar, leer, escribir" (Javier Reverte, revista Viajar)

Viajar, leer, escribir son palabras que amo y cuyo sentido, en buena medida, me parece en muchas ocasiones el mismo [...]
Viajar es la forma primera de aproximarse a lo ignorado y ya se sabe que el problema de viajar es como el de las drogas: requiere cada vez una dosis mayor. Viajar supone salir del espacio natural de tu propia vida, de la monotonía del existir, incluso del aburrimiento que propone lo cotidiano. Supone también un ejercicio de libertad extraordinario, ya que los días no se gobiernan por la obligación sino por el gusto e incluso por el capricho [...] Viajar por otra parte, y eso es algo en apariencia contradictorio, acorta el tiempo, porque todo lo que encuentras a tu paso despierta tu interés, tu pasión o tu rechazo, logra que en suma te sientas arrebatado por los sentimientos. Y los sentimientos alargan el ritmo del reloj del corazón.

[...] ¿Y qué es leer? ¿Es evasión como dicen algunos? Ni mucho menos. Leer es una suerte de victoria que se parece enormemente al viaje. Cuando leemos nuestro yo desaparece y se integra en la historia que alguien ha imaginado para nosotros. No es evasión sino evocación de algo que nos pertenecía y sobre lo que no sabíamos nada. Y es un acto de creación mucho más intenso de lo que podría pensarse [...] El gran cómplice, al fin, del escritor no es otro que el lector, porque el libro se realiza entre los dos, se hace digno si quien lo lee entiende a quien lo escribe y si quien escribe respeta e imagina a quien lee [...] ¿Cuánto dura la lectura del libro que nos arrebata? Veinte horas tal vez según los relojes; quizás toda una vida en nuestra alma. No existe el tiempo.

Escribir, en fin, no es mucho más que todo eso. Es una aventura de los sentidos, la busca de lo ignorado, un afán por percibir lo que se esconde en ese lado oscuro de la existencia, un intento de explicar el caos, un empeño por convertir la realidad en lo que esconde la vida...