"Las ciudades mezclan los tiempos, extienden la realidad y lo que ha desaparecido vive junto a lo que permanece, a lo que nace, a lo que se impone de manera rotunda con su presencia. Para las gentes que han crecido en ellas, la piel de las ciudades es pegajosa, como una liga de cazar pájaros, y la memoria se adhiere a las piedras y a los cristales, se funde en las paredes y en las perspectivas, hasta formar una materia compacta de verdades invisibles y mentiras que pueden ser captadas por una cámara fotográfica. Son verdades y mentiras a medias, como las personas, que viven a medias entre lo que ha pasado y lo que va a suceder"
("Mañana no será lo que Dios quiera", Luis García Montero)
17/8/09
11/8/09
Nuevos horizontes
Hoy ya no somos ni aquel ni aquella,
hoy ya no es ayer
y no es justo agarrarse a la nostalgia y jugar
cuando el clavo ardiendo es la inseguridad.
hoy ya no es ayer
y no es justo agarrarse a la nostalgia y jugar
cuando el clavo ardiendo es la inseguridad.
5/8/09
Crónicas de Pushân: Soria
Me ha hecho falta conocer Soria para recordar aquellos poemas de Machado que aprendía en el colegio y me ha hecho falta volver a leerlos para comprobar que Soria es tal y como Machado la describe.
Es verano y la temperatura no paraliza los músculos ni quebranta los huesos sino que seca el día y airea la noche. Son los confines de Castilla, la aridez desea transformarse en verde y el Duero se lo concede. No hay más que ver sus riberas, cruzar sus puentes y sortear sus piedras para comprobar que es un río bello por naturaleza y por eso a él se arriman maravillosas muestras del románico castellano que, con espadaña o sin ella; sobre una roca o desde una gruta; entre pinos o rodeadas piedra y pizarra, son joyas medievales sin parangón. El secreto de la naturaleza soriana se desvela a las faldas del Urbión, subiendo a la Laguna Negra, o en los bosques que discurren a través del cañón del río Lobos; y el secreto de su gastronomía masticando unos boletus con berenjenas.
En Soria, como en cualquier otro lugar, el pasado es presente y el futuro lo hay que descubrir:
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar” A. Machado
Es verano y la temperatura no paraliza los músculos ni quebranta los huesos sino que seca el día y airea la noche. Son los confines de Castilla, la aridez desea transformarse en verde y el Duero se lo concede. No hay más que ver sus riberas, cruzar sus puentes y sortear sus piedras para comprobar que es un río bello por naturaleza y por eso a él se arriman maravillosas muestras del románico castellano que, con espadaña o sin ella; sobre una roca o desde una gruta; entre pinos o rodeadas piedra y pizarra, son joyas medievales sin parangón. El secreto de la naturaleza soriana se desvela a las faldas del Urbión, subiendo a la Laguna Negra, o en los bosques que discurren a través del cañón del río Lobos; y el secreto de su gastronomía masticando unos boletus con berenjenas.
En Soria, como en cualquier otro lugar, el pasado es presente y el futuro lo hay que descubrir:
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar” A. Machado
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