18/5/09

Diarios de alcoba

Lejos de Laciana, ojos que no ven corazón que no siente; cerca, los anhelos, los recuerdos y el dolor. Como siempre que vuelvo, me acerco a susurrarte y una vez más el susurro se convierte en lamento. No, así no es la vida. No tengo por qué acostumbrarme a no verte más.

Después de dos años, ha llegado la hora de entrar de nuevo a casa. Las escaleras se hacen demasiado cuesta arriba y nunca mejor dicho. Me resisto a creer que el último peldaño me conduce a una casa vacía. El mismo olor de siempre y todo en su sitio.

En la oscuridad, la cocina. No soporto este silencio ni esta soledad. Prefiero subir la persiana, asomarme a la ventana y ver la misma calle, comprobar que todo sigue como siempre, darme la vuelta y verme llegar otra mañana de domingo a visitaros. Me alegra encontrarte en el mismo lugar, junto a la encimera preparando caldo de arroz, filetes con patatas y buñuelos, esperándome con el currusco de pan en la mesa. Bajo la persiana y ya no lo veo.

En la oscuridad, la habitación. Subo la persiana, ha caído la noche. Me doy la vuelta y me veo contigo en la cama llorando de risa hasta las tres de la madrugada después de haber escuchado por décima vez las mismas historias de cuando eras pequeña y después de haber cantado una y mil veces las canciones de siempre, esas que una día escribimos para no olvidar nunca. Bajo la persiana y ya no lo veo.

Antes no tenía que subir la persiana porque siempre estaba subida. Hoy está bajada y prefiero no venir, irme a otro lugar lejos y allí, en la distancia, seguir pensando que la luz traspasa los cristales de la ventana y que el próximo domingo volveré a verte y estarás.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me has emocionado. Un fuerte abrazo

dalvas dijo...

Qué bonito Marta.

¿No crees que Laciana bien merece otra oportunidad?

Es más fácil retrotaerse volviendo a los lugares, sintiendo los olores, de los lugares donde una vez fuimos tan felices. Eso decía una canción de Sabina, que luego interpretaba Ana Belén, 'al lugar donde fuiste feliz no deberías volver' Y yo pienso ¿por qué no? y más si cabe con lo bonito que está el valle en otoño. Ahora que ya hace mucho tiempo que perdí a un ser muy querido, me resulta tan agradable recordarle, en aquellos sitios en los que aprendí tanto y lo pasé tan bien...

365 sonrisas dijo...

Muchas gracias por tu comentario. Opino lo mismo que tú pero necesito tiempo.