Estaba en los míticos Cines Luna de Madrid, sentada en una de sus butacas, rodeada de niños aplaudiendo, padres eufóricos y escuchando un concierto de música independiente de un grupo con aire retro. Todo tan surrealista como que sucedió en Malasaña.
Desde la primera canción hasta la última recorrí muchas de esas calles por donde siempre me perdí. Malasaña para mí comenzó siendo San Vicente Ferrer. De ahí a todo lo demás, que no es poco, me dejé llevar con los años.
¿Idiosincrasia? Toda la del mundo.
¿Monotonía? Ni asoma.
Aquí cada día es distinto del anterior.
No le hace falta nada más que ser como es:
un guiño al "Carpe diem" en días con sol, medias noches y noches enteras.
2 comentarios:
Madrid...
Me encanta!
lo feliz que hace a una que algo, hoy en día, llegue a sorprender... ¡Si que fue un momento bonito!
Publicar un comentario