A veces, mientras cocino, me entretengo recordando y es que, si lo pienso bien, todas las escenas que más he compartido con ellas han tenido lugar en una cocina, algo que me ha hecho volver al libro de Banana Yoshimoto para releer: " Una cocina de sueño. Habrá muchas, muchas. En un corazón. O en la realidad. O en el destino de un viaje. O sola, o con muchos otros, o dos a solas, en todos los lugares de mi vida habrá seguramente muchas cocinas."
En la mía, en la realidad y sola (pero con muchos otros en el corazón), este fin de semana ha habido chocolate. Digamos que lo ha habido por placer y por necesidad, lo que me ha hecho descubrir un postre de esos que, al igual que las cocinas de mi vida, tampoco se olvidan.
m o e l l e u x d e c h o c o l a t
- 200 g de chocolate negro
- 5 cl de leche
- 1 yema de huevo
- 4 cucharadas de azúcar de caña
- 1 cucharadita de canela
- 2 cucharadas de fécula de maíz
- 6 claras de huevo
- mantequilla para engrasar el molde
1. Precalentar el horno a 180 ºC
2. Fundir el chocolate y mezclarlo bien con la leche.
3. Batir la yema de huevo junto con el azúcar. Incorporarla al chocolate sin dejar de batir y aromatizar con la canela.
4. Añadir la fécula de maíz. Mezclar bien.
5. Montar las claras a punto de nieve e ir incorporando a la mezcla del chocolate poco a poco.
6. Engrasar un molde o varios pequeños y verter la masa.
7. Hornear durante 20-30 minutos dependiendo del molde/s.
8. Dejar enfriar antes de desmoldar.