28/11/10

Madrid

Me vais a disculpar pero de esta fría noche de domingo no hay imágenes, tan solo este texto que surge tras dos horas de pupilas dilatadas intentando escribir sobre Madrid, mi Madrid.

Cuando se llega a una ciudad que se insinúa rauda y veloz, a veces osada y descarada, otras tímida y sensible; siempre inabarcable pero acogedora y nunca insolente, se tiene la sensación de querer quedarse eternamente. Estamos felices allí donde nos hacen felices y entonces todo se ve de otra manera.

Sin embargo para desgracia de muchos y fortuna de otros, nada es para siempre y, como dicen nuestros abuelos, hay que disfrutar mientras se es joven y coleccionar experiencias, mi máxima desde hace mucho tiempo.

Para mí Madrid es encrucijada de caminos y estación de paso; es amuleto de buena suerte; son personas y corazones; es amor y oráculo del destino. Quizás algún día podré decir que ha sido la raíz de la que nacen todas las cosas importantes que me pasarán en la vida.

Hoy el libro de mi mesilla de noche es "Mediocre" de David Barreiro por su fantástica descripción de los que han sido mis dos barrios: Chamberí y Malasaña así que, en un día como hoy, me despido tomando prestadas sus palabras:

"Hay soles y soles, digo, pero entre ellos hay un sol único y diferente, que dora los edificios y posa sus rayos sobre las aceras, te ofrece su mirada tierna y envejecida, con sus patas de gallo y su ocaso inminente. Es el sol del otoño en Madrid".

25/11/10

Cajas, recuerdos y una tarta invertida de mango

Trajín de cajas entre recuerdos, paredes ya blancas y rincones sin personalidad ni dueño. Días llenos de citas y vacíos de tiempo para asimilar pero cargados de ilusión a la vez.

Esta semana se me hace difícil y escribir me resulta más duro de lo habitual así que intento refugiarme en mis amigos antes de irme. Entre cenas, comidas y despedidas varias también he sacado tiempo para cocinar y, aunque no estoy en el mejor momento de inspiración, confieso que no he podido dejar de encender el horno en estos días. Me alegra poder presentar esta tarta como mi propuesta para la cita culinaria mensual.

Whole Kitchen, en su propuesta para el mes de noviembre, nos invita a preparar un Pastel Invertido. He escogido mango en vez de piña simplemente por predilección y la he adaptado para que sea una receta sin gluten.


t a r t a   i n v e r t i d a   d e   m a n g o   /   m a n g o   r e v e r s e   c a k e

Para el nappage

-110 g de azúcar blanca
- 185 ml de agua
- 1 cucharada de zumo de limón
- 1/2 vaina de vainilla
- 1 mango cortado en rodajas finas.

Para la masa

- 4 huevos
- 220 g de azúcar moreno
- 150 g de harina (he utilizado harina sin gluten Schär Mix Dolci)
- 1 cucharada de levadura
- 150 g de mantequilla
- 75 g de coco
- Ralladura de limón

1. Primero de todo se hace el nappage o lo que será la cobertura con la fruta. Para ello se calienta el azúcar, el agua, el zumo de limón, los granos de la vainilla y también la vaina entera para que se refuerce el sabor.
2. Remover hasta que se disuelva el azúcar y añadir el mango para dejarlo cocer unos 6 minutos a fuego muy lento y que vaya cogiendo la consistencia de un sirope.
3. Retirar el mango y reservar el sirope (habiendo quitado la vaina de vainilla).
4. Disponer las rodajas del mango en el fondo del molde ligeramente engrasado.
5. Precalentar el horno a 160ºC y comenzar a preparar la masa.
7. Batir los huevos y el azúcar hasta que quede una crema densa.
8. Tamizar la harina e incorporarla.
9. Después añadir la mantequilla y por último la ralladura de limón y el coco. Remover bien.
10. Verter en el molde sobre las rodajas de mango y hornear durante 45 minutos a 160ºC.
11. Dejar reposar antes de desmoldar.
12. Con un palillo de brocheta hacer algunos agujeros en el pastel y verter un poco del sirope (que ha debido de quedar no muy espeso).
13. Invertir el pastel y desmoldar.
14. Servir con algo de sirope (que nos haya sobrado) por la superficie para que las rodajas de mango queden mejor bañadas y brillantes.
















Con esta tarta también aprovecho para agradecerle a Myriam el post sobre mi cake de castañas en su blog: My Kitchen Diaries.

15/11/10

365 sonrisas espirituales

Dicen que soy una persona espiritual. No sé si el hecho de practicar yoga tiene algo que ver o si ya venía de cuna, probablemente un poco de ambos.

Hace bastante tiempo que descubrí el yoga y podría contar mil maravillas y quedarme corta. Creo que deberíamos detenernos más a conocer nuestro cuerpo, es la mejor manera de aprender sobre uno mismo, sobre cómo sentimos y cómo nos relacionamos.

El caso es que ahora que dejo Madrid, dejo muchas cosas... entre ellas, María y su yoga. Gracias por tu sonrisa, te devuelvo 365 más para que sigas haciendo del yoga un mundo aparte y no una clase sin más.


m i n i   c a k e s   d e   m a í z   y   n a r a n j a

- 3 tazas de harina de maíz: una y media de maizena (refinada) y el resto de harina de maíz (amarilla)
- 2 tazas de azúcar
- 1 cucharadita de sal
- 1 cucharadita de levadura en polvo
- 1 taza de leche de soja
- 1/2 vaina de vainilla
- 4 huevos
- 1 taza de mantequilla
- 3 cucharadas de zumo de naranja
- 2 cucharadas de coco rallado
- 1 cucharada de piel de naranja rallada
- 50 g de frutos rojos deshidratados

Para decorar:

- 100 g de chocolate negro
- Mermelada de naranja
- Coco rallado

1. En un bol, mezclar la harina, la sal y la levadura.
2. En otro recipiente aparte comenzar mezclando el azúcar con la mantequilla.
3. Cuando esté bien mezclado, ir incorporando los huevos uno a uno sin dejar de batir.
4. Añadir la leche de soja, las cucharadas de coco rallado, zumo y piel de naranja y los puntitos sacados de la vaina de vainilla.
5. Ir incorporando poco a poco el bol de la harina y demás ingredientes tamizados a la mezcla anterior hasta obtener una masa sin grumos.
6. Engrasar moldes pequeños y de diferentes formas y verter la masa, después los frutos rojos en trocitos.
7. En horno precalentado a 170ºC, hornear los bizcochitos durante 15-20 minutos.
8. Dejar enfriar y desmoldar.
9. Decorar con el chocolate fundido, la mermelada y el coco rallado.


Namaste...

12/11/10

Lo rústico

Creo que hay pocas cosas que me atrapen tanto como el carácter idílico del campo y, aunque en esta etapa de la vida sea más urbanita, me gusta pensar que siempre hay posibilidad de escaparse.

En cualquier lugar: ciudad o campo; mar o montaña, hay algo que inspira y que no deja que los sentidos se adormezcan en el vacío de la nada. Pero para mí el campo es diferente: es la vuelta a las raíces, al reloj del tiempo detenido, al ritmo vital sosegado y a la autenticidad de las personas...es volver para encontrar.

Os cuento todo esto porque probablemente hoy esté echando de menos imágenes como ésta después de estar por fin en el camino de conseguir un pan rústico o pan de hogaza, tal y como lo llamamos en mi casa, sin gluten y con toda la esponjosidad y el sabor de las rebanadas de mis meriendas, aquéllas rurales.

Últimamente me dedico a investigar el horneado con harinas de diferentes cereales sin gluten así que según vaya obteniendo resultados, os iré contando. Además, próximamente dedicaré un post a todos los cereales y harinas que hay y no conocemos por hacer prevalecer el trigo en nuestra cultura. Hay muchas y muy interesantes posibilidades.


Este pan rústico es una mezcla de sarraceno, lino, salvado de guisante, de arroz y de maíz. De la textura no digo nada porque salta a la vista y del sabor... pues que me pasaría todo el día masticándolo en sandwich, en rebanada de mermelada o en la clásica de mis meriendas: la de nocilla.



Estoy feliz con el resultado, me da esperanzas ir descubriendo que ya no voy a tener por qué echar de menos todo lo que no puedo comer.

p a n   r ú s t i c o

- 500 g de harinas de grano integral: trigo sarraceno, lino, salvado de arroz y de guisante y almidón de maíz (yo he utilizado Brot-Mix Dunkel, de Schär)
- 10 g de aceite de oliva
- 20 g de levadura fresca
- 1 cucharadita de sal
- 1 cucharadita de azúcar
- 650 ml de agua

1. En un bol, diluir la levadura fresca en agua tibia (menos de 30ºC).
2. Amasando con la mano o con un procesador, comenzar a mezclar la harina con el agua y la levadura.
3. Incorporar la sal y el azúcar y seguir amasando.
4. Ir añadiendo el aceite de oliva y continuar con el amasado. Cuanto más aire le metamos a la mezcla, mejor fermentará y más esponjoso quedará.
5. Dejar fermentar la masa 45 minutos en la bandeja del horno tapada con un paño o en el molde de la forma que le queramos dar cubierta con un film transparente.
6. Precalentar el horno a 180ºC
7. Cuando la masa haya doblado su volumen, pintar la superficie con aceite si se desea que quede más blanda o con huevo si se desea más crujiente.
8. Hornear a 200ºC de 45-60 minutos dependiendo del tamaño que se le de a los panes: si es más grande más tiempo que si es más pequeño.
9. Dejar enfriar antes de cortar.

Espero que, si os animáis, lo podáis disfrutar tanto como yo :)

9/11/10

Regalando 365 sonrisas: Esponjosos de calabaza / Pumpkin sponges

Comienzan las despedidas, las ganas de agradecer y los horneados express para regalar 365 sonrisas. Los cambios siempre tienen su parte buena y su parte mala. La buena: la ilusión ante lo que está por llegar. La mala: las despedidas, la manera más nostálgica de entristecer.

En los últimos meses me refugio más que nunca en la cocina para sentirme útil y endulzar la vida de los demás y la mía propia.  Mis viajes, mis recetas y lo que siento, llenan muchas páginas de mis cuadernos, esos que guardo como pequeños tesoros, y de este blog, mi mejor manera de compartir con vosotros lo que soy.

Siguiendo la sintonía del otoño que tanto me gusta e inspira, en esta ocasión elijo la calabaza por la originalidad de su hoja y el color de su piel.

La calabaza y la zanahoria son muy similares por eso para esta receta se puede utilizar una u otra indistintamente. Son esponjosos gracias al aceite de oliva y lo cremoso del puré de calabaza.

El toquecito de azúcar glas en la superficie los hace mucho más suntuosos así que me he alegrado de encontrar una caja y unos lazos para que no quedasen deslucidos.

e s p o n j o s o s   d e   c a l a b a z a  

- 300 g de calabaza pelada
- 250 g de azúcar de caña
- 250 g de maizena
- 1 cucharadita de levadura en polvo
- 1 cucharadita de canela en polvo
- 4 huevos
- 1 vaso de aceite
- azúcar glas para espolvorear

1. Precalentar el horno a 180ºC
2. Trocear la calabaza y cocerla un poco hasta que pueda aplastarse con un tenedor para hacerla puré.
3. Separar las yemas de las claras y reservar.
4. Batir yemas y azúcar y una vez que están bien mezcladas ir añadiendo el puré de calabaza. Mezclar bien y por último ir añadiendo poco a poco el vaso de aceite sin dejar de batir.
5. Añadir la levadura y la canela a la harina y todo junto a la masa líquida que acabamos de obtener.
6. Montar las claras a punto de nieve e ir incorporando a la masa final poco a poco y con movimientos envolventes.
7. Engrasar pequeños moldes y hornear durante 15 minutos a 180ºC.
8. Dejar enfriar y espolvorear al gusto con azúcar glas.

7/11/10

Pastel de castañas y cobertura de chocolate / Chestnut cake with chocolate frosting

Me he pasado toda la noche ansiosa por despertar y ponerme a hornear. No lo puedo evitar, pocas cosas me hacen tan feliz como cocinar para alguien. Es una extraña combinación de nervios y satisfacción, la de hoy doble satisfacción porque hemos organizado una merienda de celíacos.

No es la primera vez y cuando lo hacemos me gustaría poder recoger la instantánea de cada uno de nosotros observando detenidamente y con los ojos abiertos uno por uno todos los manjares que ponemos sobre la mesa. Normalmente no estamos acostumbrados a ver tantos juntos. Por eso os sugiero que si tenéis a un familiar o amigo cercano con esta intolerancia, probéis a cocinarle un dulce. Solo por su sonrisa habrá merecido la pena.

Durante las últimas semanas os he hablado mucho del otoño y en ninguna ocasión he dado protagonismo a las castañas. Hoy quiero hacerlo porque además de que ya es la época, tengo que admitir que se han convertido en un fruto muy especial para mí.

Los dulces con castañas tienen infinidad de posibilidades y ya que tenía un tarro grande de puré, he aprovechado para hacer una cremita para el postre de esta comida de domingo. Simplemente he mezclado requesón con el puré de castañas (ya azucarado y avainillado) y un topping de cacao amargo.

Para la merienda de esta tarde, le he dado muchas vueltas a los pasteles de castañas y después de investigar mil y una recetas entre libros y blogs, he hecho una adaptación de la receta de My kitchen diaries.

El puré de castañas se puede hacer fácilmente cociendo las castañas en agua o en leche y añadiendo azúcar y vainilla al gusto. Esta vez yo he utilizado uno que mi madre me ha traído directamente del Bierzo.

Por fuera queda un bizcocho muy clarito mientras que por dentro tiene el color del puré. Como sé que a mis amigos celíacos les gusta mucho el chocolate, lo he cubierto con un frosting en la mitad y en la superficie.


p a s t e l   d e   c a s t a ñ a s   c o n   f r o s t i n g   d e   c h o c o l a t e

Para el bizcocho

- 3 huevos
- 50 g de azúcar
- 160 g de harina sin gluten (he utilizado maizena pero probablemente el resultado sea mejor con Schär)
- 25 g de mantequilla
- 1 cucharadita de levadura en polvo
- 1/2 cucharadita de sal
- 1/2 vaina de vainilla
- 100 ml de aceite de girasol
- 250 g de puré de castañas

Para el frosting

- 200 ml de nata líquida
- 200 g de chocolate negro

1. Precalentar el horno a 180ºC
2. En un bol batir los huevos con el azúcar. Incorporar la harina, la sal, la levadura y los granitos raspados de media vaina de vainilla.
3. Deshacer la mantequilla hasta que se quede cremosa e ir añadiendo poco a poco el aceite mezclando bien. Incorporar el puré de castañas sin dejar de batir.
4. Engrasar un molde y hornear a 180ºC durante 50 minutos aproximadamente.
5. Dejar enfriar y mientras preparar el frosting calentando la nata hasta el punto de ebullición y añadiendo el chocolate en trozos hasta que se derrita y quede bien mezclado.
 6. Desmoldar el bizcocho y cortar en dos partes. En el medio añadir el relleno al gusto, en este caso la preparación de chocolate. Con lo que sobra, verter sobre la superficie como cobertura final.

Ésta también es mi contribución a la propuesta de HEMC#48.

4/11/10

Normandía y la celebración de un otoño sin fin

Hemos pasado unos días en el norte de Francia. Una vez más es evidente que siento verdadera pasión por este país y cualquier excusa es buena para hacer una escapada. También había algo que celebrar así que no lo dudamos un instante.

El por qué de Normandía fue la sensación de que tenía que ser esta época del año: otoño, con posibles cielos encapotados pero sin mucho frío aún; las playas desiertas; los faros solitarios al caer el sol; las iglesias oscuras y frías sobre promontorios de verde asturiano...

Para mí Normandía vestía katiuskas, camiseta marinera, chubasquero y recogía manzanas para hacer sidra, jus de pommes y pommeau.


Huyendo de desembarcos y demás historias bélicas, preferimos imaginarnos en los escenarios de uno de los grandes clásicos de la literatura, "Madame Bovary" de Flaubert. Así, caminamos Rouen, la ciudad de las agujas en sus muchas iglesias; atravesamos el asombroso Pont de la Normandie desde Le Havre con dirección a la famosa Deauville; en Honfleur, un bonito pueblo pintoresco a orillas del mar, no dijimos que no a unos moules (o mejillones) al roquefort; y en Étretat nos dejamos vencer por el miedo en sus acantilados vertiginosos.

Éste no era el otoño de Asturias y no hubo castañas pero, en una similitud regional, seguimos soñando que sea aquel otoño por un sinfín de años más.