24/2/11
20/2/11
Mi lado nostálgico de la vida
No me gusta la sensación de frío en el cuerpo. Sin embargo me encanta estar abrigada y tan solo sentir frío en la cara. Me despierta, me mantiene viva, atenta... Definitivamente me gusta pasear sola con frío, tener la mente despejada, despreocupada para reflexionar con claridad y sin agobios.
La ciudad, el invierno, los árboles desnudos... siempre buscando el lado nostálgico de la vida, ese en el que me siento cómoda, nunca dispersa y sobre todo que me mantiene dentro de mi mundo, ese en el que por supuesto me quiero quedar.
Ahora pienso que estoy verdaderamente en otro momento de mi vida. Me alegro de haberlo hecho, me alegro de seguir probando los placeres de la vida, que para mí son las experiencias.
Siempre ansiosa y curiosa, esa soy yo tratando de vivir una vida de la que me sienta orgullosa y satisfecha si llego a poder ver los años tras de mí.
La ciudad, el invierno, los árboles desnudos... siempre buscando el lado nostálgico de la vida, ese en el que me siento cómoda, nunca dispersa y sobre todo que me mantiene dentro de mi mundo, ese en el que por supuesto me quiero quedar.
Ahora pienso que estoy verdaderamente en otro momento de mi vida. Me alegro de haberlo hecho, me alegro de seguir probando los placeres de la vida, que para mí son las experiencias.
Siempre ansiosa y curiosa, esa soy yo tratando de vivir una vida de la que me sienta orgullosa y satisfecha si llego a poder ver los años tras de mí.
18/2/11
Frío y aromas cálidos
Hoy me he despertado con frío, he mirado a través de la ventana y he comprobado cómo las predicciones de tiempo para el fin de semana comenzaban a cumplirse. Es entonces cuando me he acordado del post de uno de mis blogs favoritos.
Aran, de Cannelle et Vanille , archiconocida food stylist, fotógrafa y blogger vasca afincada en EEUU, es un derroche de inspiración, de fotografía y detalles cuidados al máximo, de sencillez y calidez en imágenes y diseño, de textos que invitan a disfrutar de un agradable paseo por su día a día. Tengo escritas muchas de sus recetas, algunas ya he tenido el gusto (nunca mejor dicho) de probarlas y otras, siguen aún pendientes en mis libretas.
Hoy era el momento, ese día en el que desde por la mañana me apetecía que la cocina desprendiese todos aquellos aromas que tan bien nos transmitía Aran en aquel post: avellana, pera, vainilla, canela... Hay sensaciones que necesitan de otras sensaciones para equilibrarse y ha sido precisamente en estos aromas en los que me he refugiado para sentir la calidez que buscaba.
Es una mezcla excepcional que no ha pasado desapercibida en cualquier rincón de la casa, hasta incluso en las escaleras de todo el edificio. La avellana molida es tanto o más deliciosa que la almendra en los postres, el aroma es mucho más intenso. He introducido mínimas variaciones ajustándolo a algunos otros ingredientes que quería probar como la harina de castañas y la leche de coco. En el resto, he sido fiel a la receta.
El resultado fue magnífico, tal y como ella lo contó así que no me queda más que decir, solo recomendároslo para este fin de semana, que aquí se presenta frío y lluvioso.
m i n i b u n d t s d e a v e l l a n a , c a s t a ñ a y p e r a
- 1/2 taza de harina de arroz integral
- 1/2 taza de harina de castaña
- 1/2 taza de avellanas molidas
- 2 cucharadas de almidón de maíz
- 1 1/2 cucharaditas de levadura en polvo
- 1/4 cucharadita de sal
- 1/2 cucharadita de canela
- 140 g de mantequilla
- 1/3 taza de leche de coco
- 1/3 taza de azúcar de cassonade (o de caña)
- 2 huevos
- 2 peras ralladas
- Vainilla
Para decorar:
- 1 taza de azucar fina
- 1 cucharadita de canela
1. Derretir la mantequilla en una sarten hasta que comience a tomar un color tostado. Dejar enfríar.
2. En un bol grande, mezclar la harina de arroz integral, la de castaña, la avellana molida, el almidón de maíz, la levadura, la sal y la canela.
3. En otro bol, batir los huevos, la leche de coco, el azúcar y la vainilla. Añadir la mantequilla fundida al final.
4. Añadir los ingredientes sólidos a los líquidos y batir hasta que quede una masa homogénea. Por último añadir las peras ralladas.
5. Engrasar los moldes y hornear en horno precalentado 180ºC durante 20 minutos.
6. Dejar enfríar un par de minutos y desmoldar.
Aran, de Cannelle et Vanille , archiconocida food stylist, fotógrafa y blogger vasca afincada en EEUU, es un derroche de inspiración, de fotografía y detalles cuidados al máximo, de sencillez y calidez en imágenes y diseño, de textos que invitan a disfrutar de un agradable paseo por su día a día. Tengo escritas muchas de sus recetas, algunas ya he tenido el gusto (nunca mejor dicho) de probarlas y otras, siguen aún pendientes en mis libretas.
Hoy era el momento, ese día en el que desde por la mañana me apetecía que la cocina desprendiese todos aquellos aromas que tan bien nos transmitía Aran en aquel post: avellana, pera, vainilla, canela... Hay sensaciones que necesitan de otras sensaciones para equilibrarse y ha sido precisamente en estos aromas en los que me he refugiado para sentir la calidez que buscaba.
Es una mezcla excepcional que no ha pasado desapercibida en cualquier rincón de la casa, hasta incluso en las escaleras de todo el edificio. La avellana molida es tanto o más deliciosa que la almendra en los postres, el aroma es mucho más intenso. He introducido mínimas variaciones ajustándolo a algunos otros ingredientes que quería probar como la harina de castañas y la leche de coco. En el resto, he sido fiel a la receta.
El resultado fue magnífico, tal y como ella lo contó así que no me queda más que decir, solo recomendároslo para este fin de semana, que aquí se presenta frío y lluvioso.
m i n i b u n d t s d e a v e l l a n a , c a s t a ñ a y p e r a
- 1/2 taza de harina de arroz integral
- 1/2 taza de harina de castaña
- 1/2 taza de avellanas molidas
- 2 cucharadas de almidón de maíz
- 1 1/2 cucharaditas de levadura en polvo
- 1/4 cucharadita de sal
- 1/2 cucharadita de canela
- 140 g de mantequilla
- 1/3 taza de leche de coco
- 1/3 taza de azúcar de cassonade (o de caña)
- 2 huevos
- 2 peras ralladas
- Vainilla
Para decorar:
- 1 taza de azucar fina
- 1 cucharadita de canela
1. Derretir la mantequilla en una sarten hasta que comience a tomar un color tostado. Dejar enfríar.
2. En un bol grande, mezclar la harina de arroz integral, la de castaña, la avellana molida, el almidón de maíz, la levadura, la sal y la canela.
3. En otro bol, batir los huevos, la leche de coco, el azúcar y la vainilla. Añadir la mantequilla fundida al final.
4. Añadir los ingredientes sólidos a los líquidos y batir hasta que quede una masa homogénea. Por último añadir las peras ralladas.
5. Engrasar los moldes y hornear en horno precalentado 180ºC durante 20 minutos.
6. Dejar enfríar un par de minutos y desmoldar.
7. Darles vuelta en un bol donde se habrá mezclado la taza de azúcar y la cucharada de canela.
¡Buen fin de semana!
13/2/11
El cielo, las ramas y un mocha cake
Hay caminos que se cruzan y ramas que se afianzan. Me gusta mirar hacia el árbol que coquetea todas las mañanas frente al cristal de nuestra terraza, esa que aún no hemos reconvertido.
Creo que he entrado y pisado con buen pie e intuyo que estoy rodeándome de gente que merece la pena. Cuando se está lejos de la familia y de los amigos de toda la vida, siempre existen esas otras personas que pueden mitigar su ausencia. No me siento sola, comienzo a conocer gente y, como la inauguración de nuestra casa se hace esperar un poco más, este fin de semana nos hemos juntado en la de otros amigos.
Cuando me invitan, nunca puedo ir con las manos vacías por dos razones: una, mi debilidad por hacer postres y encontrar en las invitaciones una buena excusa para sumergirme en los libros de cocina en busca de una buena receta; y dos, porque si no lo llevo "sin gluten", me quedo sin postre. Hay que pensar que las personas que no están acostumbradas a este tipo de dieta, no tienen por qué saber dónde comprar los productos y tampoco cómo cocinar con ellos (no es tan obvio como parece). Sin embargo, es maravilloso que estén dispuestos a aprender, la sorpresa para los que la recibimos es muy grata.
En esta ocasión no tenía tan claro lo que quería cocinar pero, de pronto, mirar al cielo me recordó las tartas de moca que hacía mi abuela. Y de pronto, dibujé mi idea, la busqué et... voilà.
m o c h a c a k e
- 225 g de mantequilla
- 225 g de azúcar
- 225 g de harina de repostería (he utilizado Mix Dolci)
- 4 huevos
- 1 cucharada de café disuelta en 2 cucharadas de agua
- 100 g de chocolate puro troceado
- 50 ml de café o de licor de café (si se prefiere)
Para el relleno:
- 200 ml de nata espesa montada
- 1 vaina de vainilla
- 1 cucharada de café disuelto en 1 cucharada de agua
- 100 g de azúcar glace
Para el ganaché:
- 200 g de azúcar glace
- 50 ml de café o licor de café
Para decorar:
- 50 g de chocolate para rallar en virutas
- 100 g de nueces de pecana
1. Precalentar el horno a 180º y engrasar el molde que se va a utilizar. Trocear el chocolate.
2. Batir en un cuenco la mantequilla y el azúcar hasta que quede una crema fina.
3. Ir agregando los huevos de uno en uno mientras se sigue batiendo. Añadir la cucharada de café disuelta en agua.
4. Tamizar la harina e ir incorporando poco a poco. Por último, los trocitos de chocolate.
5. Distribuir la mezcla en el molde y meter al horno durante 30 minutos a 180º.
6. Mientras se cuece el bizcocho, preparar la crema del relleno batiendo la nata, agregándole el café, los granos de vainilla y el azúcar. Mezclar bien, montar y reservar en el frigorífico.
7. Una vez sacado del horno y pasados 10 minutos, desmoldar el bizcocho y cortar por la mitad.
8. Con una cuchara, ir bañando el bizcocho con los 50 ml de café o de licor de café.
9. Repartir la crema del relleno por una de las capas del bizcocho y tapar con la otra capa.
10. A continuación se prepara el ganaché de café mezclando el azúcar glace con los 50 ml de café o licor de café. Se baña toda la superficie.
11. Por último, se colocan las nueces de pecana rodeando un círculo central que se reservará para decorar con 50 g de chocolate rallados.
Disculpad por no presentaros un corte de la tarta pero me olvidé de llevar la cámara a la comida. Aún así, os aseguro que el corte era precioso.
Creo que he entrado y pisado con buen pie e intuyo que estoy rodeándome de gente que merece la pena. Cuando se está lejos de la familia y de los amigos de toda la vida, siempre existen esas otras personas que pueden mitigar su ausencia. No me siento sola, comienzo a conocer gente y, como la inauguración de nuestra casa se hace esperar un poco más, este fin de semana nos hemos juntado en la de otros amigos.
Cuando me invitan, nunca puedo ir con las manos vacías por dos razones: una, mi debilidad por hacer postres y encontrar en las invitaciones una buena excusa para sumergirme en los libros de cocina en busca de una buena receta; y dos, porque si no lo llevo "sin gluten", me quedo sin postre. Hay que pensar que las personas que no están acostumbradas a este tipo de dieta, no tienen por qué saber dónde comprar los productos y tampoco cómo cocinar con ellos (no es tan obvio como parece). Sin embargo, es maravilloso que estén dispuestos a aprender, la sorpresa para los que la recibimos es muy grata.
En esta ocasión no tenía tan claro lo que quería cocinar pero, de pronto, mirar al cielo me recordó las tartas de moca que hacía mi abuela. Y de pronto, dibujé mi idea, la busqué et... voilà.
m o c h a c a k e
- 225 g de mantequilla
- 225 g de azúcar
- 225 g de harina de repostería (he utilizado Mix Dolci)
- 4 huevos
- 1 cucharada de café disuelta en 2 cucharadas de agua
- 100 g de chocolate puro troceado
- 50 ml de café o de licor de café (si se prefiere)
Para el relleno:
- 200 ml de nata espesa montada
- 1 vaina de vainilla
- 1 cucharada de café disuelto en 1 cucharada de agua
- 100 g de azúcar glace
Para el ganaché:
- 200 g de azúcar glace
- 50 ml de café o licor de café
Para decorar:
- 50 g de chocolate para rallar en virutas
- 100 g de nueces de pecana
1. Precalentar el horno a 180º y engrasar el molde que se va a utilizar. Trocear el chocolate.
2. Batir en un cuenco la mantequilla y el azúcar hasta que quede una crema fina.
3. Ir agregando los huevos de uno en uno mientras se sigue batiendo. Añadir la cucharada de café disuelta en agua.
4. Tamizar la harina e ir incorporando poco a poco. Por último, los trocitos de chocolate.
5. Distribuir la mezcla en el molde y meter al horno durante 30 minutos a 180º.
6. Mientras se cuece el bizcocho, preparar la crema del relleno batiendo la nata, agregándole el café, los granos de vainilla y el azúcar. Mezclar bien, montar y reservar en el frigorífico.
7. Una vez sacado del horno y pasados 10 minutos, desmoldar el bizcocho y cortar por la mitad.
8. Con una cuchara, ir bañando el bizcocho con los 50 ml de café o de licor de café.
9. Repartir la crema del relleno por una de las capas del bizcocho y tapar con la otra capa.
10. A continuación se prepara el ganaché de café mezclando el azúcar glace con los 50 ml de café o licor de café. Se baña toda la superficie.
11. Por último, se colocan las nueces de pecana rodeando un círculo central que se reservará para decorar con 50 g de chocolate rallados.
Disculpad por no presentaros un corte de la tarta pero me olvidé de llevar la cámara a la comida. Aún así, os aseguro que el corte era precioso.
5/2/11
De sueños... y de vivirlos. Madeleines vanillées au citron
He vuelto después de unos días de descanso seguidos de otros muy intensos. Ya sé que la perfección está en el equilibrio pero el justo medio siempre ha sido muy difícil de conseguir.
Estoy viviendo un cambio muy bonito, sin duda para disfrutar al máximo. Nadie dijo que adaptarse fuera algo de hoy para mañana pero las cosas, aunque con esfuerzo, están saliendo a pedir de boca. Las mudanzas son terribles, incluso interminables, sin embargo se compensa si el lugar nuevo es más maravilloso de lo que nunca hubiera imaginado.
Estoy viviendo un cambio muy bonito, sin duda para disfrutar al máximo. Nadie dijo que adaptarse fuera algo de hoy para mañana pero las cosas, aunque con esfuerzo, están saliendo a pedir de boca. Las mudanzas son terribles, incluso interminables, sin embargo se compensa si el lugar nuevo es más maravilloso de lo que nunca hubiera imaginado.
Todavía hay demasiadas cosas por determinar pero poco a poco lo vamos haciendo más nuestro y no hay día que pase que no miremos hacia cualquier esquina y soñemos... y lo vivamos. Los espacios vacíos cambian por completo con solo decorar un rincón.
Soy una persona que se alimenta de luz para estar bien, creo que por eso tengo buena conexión con las plantas. Aquí precisamente no prima la luz por eso es esencial vivir en espacios luminosos con buena orientación solar y en una calle amplia. A ésto hemos aspirado y a día de hoy podemos decir: objetivo conseguido.
Creo que a lo que más me ha costado renunciar estas semanas es a cocinar pero el resultado hace que haya merecido la pena así que esta mañana, con la nueva cocina para mí sola, no me he podido resistir a hornear.
Las madeleines au citron, con su forma de concha alargada, son un pequeño gran bocadito de cielo para el desayuno. Me aficioné a ellas hace mucho tiempo y hoy os las traigo con un aroma a vainilla que las hace aún más apetecibles.
El barrio tiene tiendas preciosas, con verdadero "charme", donde encontrar algo que me guste está muy lejos de lo imposible así que ahora, que por fin nos dedicamos a disfrutar de la casa, puedo pasear e ir completando la cocina.
m a d e l e i n e s v a n i l l é e s a u c i t r o n
- 3 huevos
- 1 yema de huevo
- 150 g de azúcar dorado
- 150 g de harina de repostería sin gluten
- 1 cucharadita de levadura en polvo
- 150 g de mantequilla
- ralladura de limón
- media vaina de vainilla
1. Engrasar el molde de madeleines y precalentar el horno a 180º.
2. Derretir la mantequilla y dejarla enfriar.
3. Batir los huevos, la yema, la ralladura de limón, los granitos que habremos sacado de la vaina y el azúcar hasta obtener una mezcla espesa.
4. Tamizar la harina y levadura y mezclar poco a poco con la masa.
5. Agregar la mantequilla fundida sin dejar de remover.
6. Poner la masa en los moldes con la ayuda de una cuchara grande y cocer las madalenas en horno durante 10 minutos hasta que hayan subido bien y les quede un ligero piquito por la superficie.
A veces te das cuenta que puedes vivir tu sueño y no sólo soñar tu vida.
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