Casi puedo pensar que éste hubiera sido el día perfecto de verano, piscina y terraza, si lo hubiera sido.
La luz viene y va y no se fuerza, como la inspiración. Hay o no hay. Pero la cocina siempre está ahí para mejorarlo todo, tanto cuando hay luz, como cuando no la hay; tanto cuando hay inspiración, como cuando no.
b i z c o c h o d e c h o c o l a t e y p e r a
- 85 g de mantequilla
- 85 g de azúcar
- 85 g de chocolate
- 85 g de harina sin gluten de repostería
- 3 huevos
- 1 cucharadita de levadura en polvo
- 5 peras
1. Precalentar el horno a 180ºC.
2. Derretir la mantequilla y el chocolate y dejar templar.
3. Mezclar las yemas de los huevos con el azúcar hasta dejarlo cremoso. Añadir al chocolate y la mantequilla.
4. Montar las claras de huevo a punto de nieve.
5. Incorporar la harina tamizada a la mezcla del chocolate intercalando las claras sin dejar de remover con movimientos envolventes.
6. Engrasar un molde circular y verter la masa repartiendo bien.
7. Colocar las peras peladas y enteras.
8. Hornear a 180ºC durante aproximadamente 40 minutos.
9. Espolvorear con azúcar glace si se quiere.
Cae la tarde en Bruselas, la tarde de un día caluroso hasta decir basta y de tormenta que ya se revuelve oscura y furiosa. Ahora el viento que precede la lluvia, ahora mi merienda en la penumbra.
28/6/11
23/6/11
{preludio}
Cada junio, julio o agosto intento sentarme al borde del mar al menos una vez o muchas, si las vacaciones me lo permiten, porque la brisa y el agua alimentan la sed de descanso y también de plenitud.
Si el mar no existiera, al verano le dolería sobrevivir y a nosotros, imaginarlo.
20/6/11
Las rutinas diferentes, un clafoutis de cereza y un cuaderno de viaje
Un fin de semana más... pero otro único. Hacer lo mismo todos los días es lo que se conoce como rutina pero la rutina también es divertida si las cosas se repiten añadiéndoles un buen puñado de azúcar y un toque de color. Al final resulta que son diferentes y no pasan desapercibidas para dos personas entre cuatro paredes, una mesa y dos sillas.
Después de mi espíritu estival de hace una semana, me resisto a llorar con la lluvia y espero con ilusión el mes de vacaciones planificando el itinerario de un viaje, que sin duda es prometedor y que hemos estado preparando mientras comíamos un clafoutis de cereza.
La receta es exactamente la misma que el clafoutis que hice el año pasado a excepción de la fruta: ciruelas en aquella ocasión y cerezas en ésta.
Y respecto al destino... no lo voy a revelar porque espero poder escribir mucho, fotografiar más y contarlo breve pero intenso para dejaros con la miel (o la cereza azucarada) en los labios.
Después de mi espíritu estival de hace una semana, me resisto a llorar con la lluvia y espero con ilusión el mes de vacaciones planificando el itinerario de un viaje, que sin duda es prometedor y que hemos estado preparando mientras comíamos un clafoutis de cereza.
La receta es exactamente la misma que el clafoutis que hice el año pasado a excepción de la fruta: ciruelas en aquella ocasión y cerezas en ésta.
Y respecto al destino... no lo voy a revelar porque espero poder escribir mucho, fotografiar más y contarlo breve pero intenso para dejaros con la miel (o la cereza azucarada) en los labios.
14/6/11
Me sabe a verano
Cuando me levanto las mañanas ya me saben a verano. Hay flores en toda la casa, más flores en telas de vestidos, paños de cocina, pinto flores en la pizarra y, con la imaginación, en nuestra terraza aún por terminar.
Todo adquiere un tono rústico, mi connotación estival. Es tarde y sigue habiendo luz, mucha. Apetece hacer planes, ponerse sandalias y sombrero. Apetece sentarse en una terraza a leer un libro, acampar al lado del mar, recorrer el bosque en bicicleta, hacer picnic sobre el cesped. Es la sensación de frescura en lo que hago, en lo que huelo y también en lo que como, es el amor a las cosas sencillas y cotidianas.
Rústico, verano, flores, frutas... es tiempo de deliciosas pies y tartes aux fruits para disfrutar en la terraza, esa que ya echamos de menos sin tener y a la que miramos, impacientes, todos los días tras la ventana.
- pâte feuilletée u hojaldre
- 250 g de fresas
- 170 g de mermelada de naranja
- 75 g de azúcar moreno
- una yema de huevo
- mascarpone para acompañar (opcional)
1. Precalentar el horno a 180ºC.
2. Extender una buena parte de la masa de hojaldre en un molde previamente engrasado cubriendo toda la superficie y los bordes.
3. Untar la superficie con mermelada de naranja.
4. Colocar las fresas enteras encima de la mermelada y en círculos concéntricos.
5. Añadir 50 g de azúcar moreno sobre las fresas.
6. Hacer las tiras ayudándonos de un cortador o con un cuchillo y disponerlas en franjas horizontales y verticales. Sellar los bordes.
7. Pintar con yema de huevo las franjas de masa y añadir el azúcar restante encima.
8. Hornear hasta que la masa esté cocida y tostada.
{ El coulis que se forma al hornear la tarta gracias a las fresas y su mezcla con la mermelada del fondo tiene un sabor muy especial que, acompañado de una cucharadita de mascarpone en la boca y el crujiente del hojaldre, hacen que el conjunto sea un bocado absolutamente maravilloso y muy, muy recomendable }
Todo adquiere un tono rústico, mi connotación estival. Es tarde y sigue habiendo luz, mucha. Apetece hacer planes, ponerse sandalias y sombrero. Apetece sentarse en una terraza a leer un libro, acampar al lado del mar, recorrer el bosque en bicicleta, hacer picnic sobre el cesped. Es la sensación de frescura en lo que hago, en lo que huelo y también en lo que como, es el amor a las cosas sencillas y cotidianas.
Rústico, verano, flores, frutas... es tiempo de deliciosas pies y tartes aux fruits para disfrutar en la terraza, esa que ya echamos de menos sin tener y a la que miramos, impacientes, todos los días tras la ventana.
s t r a w b e r r y a n d o r a n g e p i e
- pâte feuilletée u hojaldre
- 250 g de fresas
- 170 g de mermelada de naranja
- 75 g de azúcar moreno
- una yema de huevo
- mascarpone para acompañar (opcional)
1. Precalentar el horno a 180ºC.
2. Extender una buena parte de la masa de hojaldre en un molde previamente engrasado cubriendo toda la superficie y los bordes.
3. Untar la superficie con mermelada de naranja.
4. Colocar las fresas enteras encima de la mermelada y en círculos concéntricos.
5. Añadir 50 g de azúcar moreno sobre las fresas.
6. Hacer las tiras ayudándonos de un cortador o con un cuchillo y disponerlas en franjas horizontales y verticales. Sellar los bordes.
7. Pintar con yema de huevo las franjas de masa y añadir el azúcar restante encima.
8. Hornear hasta que la masa esté cocida y tostada.
{ El coulis que se forma al hornear la tarta gracias a las fresas y su mezcla con la mermelada del fondo tiene un sabor muy especial que, acompañado de una cucharadita de mascarpone en la boca y el crujiente del hojaldre, hacen que el conjunto sea un bocado absolutamente maravilloso y muy, muy recomendable }
10/6/11
Descanso y desayuno con un gâteau aux abricots
Lo echaba de menos. Un par de días y Madrid me ha devuelto los cinco meses que me había robado en recuerdos desde que me fui. Un barrio y muchas caras conocidas, el bar en el mismo sitio con casi la misma gente y, por supuesto, los abrazos de mis amigos (cinco segundos en los que parece que se recupera de golpe todo el tiempo perdido). Me he sentado en el avión de vuelta a Bruselas muy contenta y sin dejar de mirar ese cielo despejado que solo tiene Madrid.
Después de viajes, bodas y ceremonias, exámenes y otras ocupaciones, llega un viernes muy esperado por una gran noticia (para nosotros): descansamos y dejamos que la improvisación nos siga descubriendo Bruselas. Habrá tiempo para cocinar, pasear, ir al mercado, quedar con los amigos, seguir decorando la casa y hacer todo ese tipo de cosas normales que a veces cuesta creer que sean tan difíciles de conseguir.
Y como ya es verano y la fruta se me hace aún más indispensable, ha sido imposible no pararme en uno de los puestos de camino a casa. Unos albaricoques han ido a parar primero a mi cesta de la compra y después al horno para preparar con mimo los largos desayunos que nos esperan este fin de semana.
g â t e a u a u x a b r i c o t s
- 8 claras de huevo
- 120 g de avellanas en polvo
- 430 g de harina sin gluten (mitad de mijo y mitad de almidón de maíz)
- 225 g de azúcar
- 150 g de mantequilla fundida
- 5 albaricoques cortados a la mitad y deshuesados
- 50 g de azúcar
- ralladura de limón
1. Precalentar el horno a 180º C.
2. Fundir la mantequilla y dejarla enfriar. Poner los albaricoques en un bol con el azúcar y reservar.
3. Montar las claras con el azúcar e ir incorporando la mantequilla fundida sin dejar de mezclar.
4. Añadir la ralladura de limón y las avellanas molidas.
5. Tamizar la harina e ir incorporando con movimientos envolventes.
6. Engrasar un molde y extender la masa.
7. Colocar las mitades de los albaricoques.
8. Hornear durante 40 minutos a 180ºC.
9. Dejar enfriar 10 minutos y después desmoldar.
Después de viajes, bodas y ceremonias, exámenes y otras ocupaciones, llega un viernes muy esperado por una gran noticia (para nosotros): descansamos y dejamos que la improvisación nos siga descubriendo Bruselas. Habrá tiempo para cocinar, pasear, ir al mercado, quedar con los amigos, seguir decorando la casa y hacer todo ese tipo de cosas normales que a veces cuesta creer que sean tan difíciles de conseguir.
Y como ya es verano y la fruta se me hace aún más indispensable, ha sido imposible no pararme en uno de los puestos de camino a casa. Unos albaricoques han ido a parar primero a mi cesta de la compra y después al horno para preparar con mimo los largos desayunos que nos esperan este fin de semana.
Cualquier fruta simplemente al horno es un placer para el paladar así que a veces, al margen de la receta, suelo poner la sobrante en un recipiente espolvoreada con azúcar y dejarla cocinarse en el horno mientras lo voy precalentando para la receta.
g â t e a u a u x a b r i c o t s
- 8 claras de huevo
- 120 g de avellanas en polvo
- 430 g de harina sin gluten (mitad de mijo y mitad de almidón de maíz)
- 225 g de azúcar
- 150 g de mantequilla fundida
- 5 albaricoques cortados a la mitad y deshuesados
- 50 g de azúcar
- ralladura de limón
1. Precalentar el horno a 180º C.
2. Fundir la mantequilla y dejarla enfriar. Poner los albaricoques en un bol con el azúcar y reservar.
3. Montar las claras con el azúcar e ir incorporando la mantequilla fundida sin dejar de mezclar.
4. Añadir la ralladura de limón y las avellanas molidas.
5. Tamizar la harina e ir incorporando con movimientos envolventes.
6. Engrasar un molde y extender la masa.
7. Colocar las mitades de los albaricoques.
8. Hornear durante 40 minutos a 180ºC.
9. Dejar enfriar 10 minutos y después desmoldar.
¡Feliz fin de semana!
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