Bonne semaine!
25/2/13
singulares... cake de naranja sanguina y semillas de amapola
La mañana es fría y lluviosa después de un non-stop de copos que han dejado de nuevo nieve. Mucha vida casera y algunos cakes han copado este fin de semana. Si queréis ver uno de ellos, no tenéis más que pinchar aquí y entrar en el blog de Singulares Magazine. Os adelanto que es un cake de naranja sanguina con un interior crujiente y un sabor muy suave y fino.
19/2/13
sobre la felicidad espontánea
Fue el día perfecto, por no saber a dónde iba y menos aún lo que me esperaba. Cuando alguien organiza algo bonito para mí con cariño pero sobre todo, con ilusión, una siente deseos de estar agradecida de por vida.
Era San Valentín, algo poco destacable, teniendo en cuenta que nunca lo hemos celebrado, pero surgió así. Caían algunos copos de nieve y el día no era el más claro del año pero aún así, el gris y la nieve solo hacía que potenciar el sentido melancólico del viaje y del lugar.
Lo más importante de todo fue tener tiempo para disfrutar en familia y por un momento, mientras el tiempo se detenía en un cruce de sonrisas, pensé que la felicidad no es la que a veces nos frustramos por encontrar, sino la espontánea que nos regala un instante cualquiera.
La vuelta me hizo pensar en que a veces estas escapadas son necesarias para no resignarse a la rutina. Al llegar me apetecía cocinar, cada vez que me siento renovada es como si la inspiración me obligase a no dejarla pasar.
En nuestra casa ya no se baraja la posibilidad de comprar cosas para el desayuno, solo en caso de que sea algo muy extraordinario o un antojo especial. Por una parte, lo cierto es que me halaga porque siempre he creído que lo casero es lo mejor (nada se hace con más cariño), y por otra, eso me obliga a tener cada dos por tres el horno encendido y recetas rondándome cada noche cuando me acuesto.
Siempre que cocino lo que sueño y veo como mi familia se lo come y recoge las últimas migas, pienso que merece la pena y que ese es mi regalo hacia ellos en compensación por todo lo que recibo.
p a s t e l r e i n v e r t i d o d e f r a m b u e s a
(receta adaptada de La Tartine Gourmande)
- 200g de frambuesas
- una nuez de mantequilla
- 2 cucharadas de azúcar moreno
- 100g de fromage frais o requesón
- 100g de azúcar de caña
- 1/3 taza de aceite
- 1 cucharada de esencia de vainilla
- 3 huevos grandes
- 60g de harina de mijo
- 90g de harina de arroz integral
- 40g de polvo de almendras
- 1 cucharada de bicarbonato sódico
1. Precalentar el horno a 180ºC y engrasar un molde redondo en cuyo fondo pegaremos papel sulfurizado.
2. En un cazo calentar la nuez de mantequilla y el azúcar y añadir las frambuesas. Dejar hacerse unos minutos y pasarlas al fondo del molde, extender sin aplastar.
3. Para preparar la masa, batir el fromage frais con el azúcar, ir añadiendo poco a poco el aceite, la esencia de vainilla y por último los huevos. Mezclar bien pero no batir demasiado.
4. Incorporar los ingredientes secos: las harinas, el polvo de almendras y el bicarbonato sódico y mezclar bien.
5. Añadir la mezcla en el molde por encima de las frambuesas y hornear durante 30 minutos o hasta que introduzcamos un cuchillo y este salga limpio. Dejar enfriar unos diez minutos y desmoldar con cuidado. Retirar el papel sulfurizado y servir.
Era San Valentín, algo poco destacable, teniendo en cuenta que nunca lo hemos celebrado, pero surgió así. Caían algunos copos de nieve y el día no era el más claro del año pero aún así, el gris y la nieve solo hacía que potenciar el sentido melancólico del viaje y del lugar.
Lo más importante de todo fue tener tiempo para disfrutar en familia y por un momento, mientras el tiempo se detenía en un cruce de sonrisas, pensé que la felicidad no es la que a veces nos frustramos por encontrar, sino la espontánea que nos regala un instante cualquiera.
La vuelta me hizo pensar en que a veces estas escapadas son necesarias para no resignarse a la rutina. Al llegar me apetecía cocinar, cada vez que me siento renovada es como si la inspiración me obligase a no dejarla pasar.
En nuestra casa ya no se baraja la posibilidad de comprar cosas para el desayuno, solo en caso de que sea algo muy extraordinario o un antojo especial. Por una parte, lo cierto es que me halaga porque siempre he creído que lo casero es lo mejor (nada se hace con más cariño), y por otra, eso me obliga a tener cada dos por tres el horno encendido y recetas rondándome cada noche cuando me acuesto.
Siempre que cocino lo que sueño y veo como mi familia se lo come y recoge las últimas migas, pienso que merece la pena y que ese es mi regalo hacia ellos en compensación por todo lo que recibo.
p a s t e l r e i n v e r t i d o d e f r a m b u e s a
(receta adaptada de La Tartine Gourmande)
- 200g de frambuesas
- una nuez de mantequilla
- 2 cucharadas de azúcar moreno
- 100g de fromage frais o requesón
- 100g de azúcar de caña
- 1/3 taza de aceite
- 1 cucharada de esencia de vainilla
- 3 huevos grandes
- 60g de harina de mijo
- 90g de harina de arroz integral
- 40g de polvo de almendras
- 1 cucharada de bicarbonato sódico
1. Precalentar el horno a 180ºC y engrasar un molde redondo en cuyo fondo pegaremos papel sulfurizado.
2. En un cazo calentar la nuez de mantequilla y el azúcar y añadir las frambuesas. Dejar hacerse unos minutos y pasarlas al fondo del molde, extender sin aplastar.
3. Para preparar la masa, batir el fromage frais con el azúcar, ir añadiendo poco a poco el aceite, la esencia de vainilla y por último los huevos. Mezclar bien pero no batir demasiado.
4. Incorporar los ingredientes secos: las harinas, el polvo de almendras y el bicarbonato sódico y mezclar bien.
5. Añadir la mezcla en el molde por encima de las frambuesas y hornear durante 30 minutos o hasta que introduzcamos un cuchillo y este salga limpio. Dejar enfriar unos diez minutos y desmoldar con cuidado. Retirar el papel sulfurizado y servir.
7/2/13
invierno {y chocolate}
A veces una necesita despertarse con un "buenos días princesa" de Roberto Bellini no solo para recordarle que efectivamente "la vida es bella" sino para enmascarar lo malo, que no es tan malo siempre y cuando nos propongamos que no lo sea.
Y a veces una necesita chocolate, también para recordar que "la vida es bella" y que los pequeños placeres no solo no hay que perderlos sino que también hay que cuidarlos.
Hablar del tiempo ya no tiene sentido melancólico para mí porque sigue comportándose aburrido y triste. Tiene más sentido hablar de recetas como ésta en las que el chocolate está omnipresente. Invierno y chocolate están íntimamente ligados porque el magnesio es muy necesario en esta época del año...y os puedo asegurar que ésta es una buena dosis de él.
Por otra parte, Léa crece tan rápido que aún me parece imposible que los meses pasados se me hagan tan lejanos en la memoria. Pronto comenzará a comer nuestras comidas a su ritmo, por ello me voy preparando para elaborar recetas que le resulten apetitosas y, a juzgar por sus reacciones, lo que tengo claro es que el chocolate estará presente en muchas de ellas.
p e t i t s p o t s d e c r è m e a u c h o c o l a t
(para 6 petits pots)
- 250 g de crème fraîche
- 250 ml de leche
- 4 yemas de huevo
- 100 g de azúcar moreno
- 250 g de chocolate negro (60-80% cacao)
- 1 cucharada de esencia de vainilla
- polvo de pistachos para decorar
- mascarpone para servir
1. En un cazo, calentar la crème fraîche junto a la leche y la esencia de vainilla.
2. Mientras, batir las yemas de huevo y el azúcar hasta punto de pomada.
3. Añadir esta última mezcla al cazo, que dejaremos en el punto de ebullición sin que llegue a cocer. No dejar de mezclar hasta que esté bien incorporada. Dejar unos minutos más hasta que espese.
4. Retirar del fuego y añadir el chocolate en trocitos. Remover hasta que la mezcla sea homogénea y el chocolate quede bien repartido obteniendo una crema brillante y untuosa.
5. Dejar enfriar y solidificar un par de horas, también se puede meter en el frigorífico una vez frío para que se conserve mejor.
6. Servir con una nuez de mascarpone y polvo de pistachos por encima.
Y a veces una necesita chocolate, también para recordar que "la vida es bella" y que los pequeños placeres no solo no hay que perderlos sino que también hay que cuidarlos.
Hablar del tiempo ya no tiene sentido melancólico para mí porque sigue comportándose aburrido y triste. Tiene más sentido hablar de recetas como ésta en las que el chocolate está omnipresente. Invierno y chocolate están íntimamente ligados porque el magnesio es muy necesario en esta época del año...y os puedo asegurar que ésta es una buena dosis de él.
Por otra parte, Léa crece tan rápido que aún me parece imposible que los meses pasados se me hagan tan lejanos en la memoria. Pronto comenzará a comer nuestras comidas a su ritmo, por ello me voy preparando para elaborar recetas que le resulten apetitosas y, a juzgar por sus reacciones, lo que tengo claro es que el chocolate estará presente en muchas de ellas.
p e t i t s p o t s d e c r è m e a u c h o c o l a t
(para 6 petits pots)
- 250 g de crème fraîche
- 250 ml de leche
- 4 yemas de huevo
- 100 g de azúcar moreno
- 250 g de chocolate negro (60-80% cacao)
- 1 cucharada de esencia de vainilla
- polvo de pistachos para decorar
- mascarpone para servir
1. En un cazo, calentar la crème fraîche junto a la leche y la esencia de vainilla.
2. Mientras, batir las yemas de huevo y el azúcar hasta punto de pomada.
3. Añadir esta última mezcla al cazo, que dejaremos en el punto de ebullición sin que llegue a cocer. No dejar de mezclar hasta que esté bien incorporada. Dejar unos minutos más hasta que espese.
4. Retirar del fuego y añadir el chocolate en trocitos. Remover hasta que la mezcla sea homogénea y el chocolate quede bien repartido obteniendo una crema brillante y untuosa.
5. Dejar enfriar y solidificar un par de horas, también se puede meter en el frigorífico una vez frío para que se conserve mejor.
6. Servir con una nuez de mascarpone y polvo de pistachos por encima.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)